viernes, 21 de abril de 2017

Postales de La Plata # 1 - De abriles

Abril. Suena bonito. Abril... Musical. En el hemisferio norte remite a la primavera, la parte del año que más me gusta desde que conocí a los nórdicos. Se me antoja poética no porque relacione la estación con el amor -realmente no sé de dónde salió esa acepción, que parece tan concensuada-, si no porque los vikingos hablan de ella como el renacimiento después de la muerte que es el invierno. Abril y primavera: ambas, poéticas. Acá sería en septiembre u octubre, pongamos, pero ninguna palabra suena bonita o más bien no se me antojan bonitas para pronunciar. Abril.
Es Abril y yo estoy en La Plata, y no entiendo nada. Una acumulación atroz de cansancio; la gente del laburo que piensa que estoy en mi departamento en el Abasto, enfermo; los preparativos urgentes para estar acá; no pude lavar ropa, cocinar ni limpiar; si me mandan médico laboral estoy hasta las manos; tengo que cursar tantas horas, volver a Capital, comer y dormir cinco horas y volver a La Plata; hace como dos meses que no duermo más de seis horas por día; tengo que sacar las fotocopias de las ocho materias del Joaquín; no puedo seguir haciéndome el boludo con lo del banco y durante toda esta semana no voy a tener tiempo ni espacio; de acá al viernes deiciséis horas afuera de mi casa y no puedo gastar mucha plata.
Ocho y tanto de la mañana. Tecnología de la Información Uno, o algo así. Los componentes de una computadora de escritorio, pero mira vos qué interesante. ¿En serio vas a hablar de eso hasta el mediodía? Espectacular. Uno llega con ciertas expectativas a una carrera nueva y se topa con -atención- para qué sirve un mousse. Estamos en el siglo XXI pero es necesario repasar qué necesita una computadora para funcionar, pero a no confundirse con una notebook, ojo, que tiene todo integrado (¿será pregunta de parcial?). Si uno quiere le puede conectar un mousse, pero no es obligatorio. ¿Cuatro horas de esta tortura? Mejor me voy a pensar en la palabra abril.
Hoy salimos a las siete y veinte.
¿Me estás hablando en serio? Me habían dicho que era hasta las seis esto.
Y mañana salimos ocho y veinte.
Cada vez mejor se pone la cosa y yo sigo sin entender nada. Fuentes de la Información Uno. A los diez minutos dejo de prestarle atención, la mina le pone onda pero la materia es una cagada absoluta.
Pasan las horas, las materias. Quizás días, quién sabe. Tanto sueño y tantas cosas en la cabeza. Una semana de vacaciones, por favor. Una semana en letargo o hibernación. Quiero participar de la clase pero no sé si lo que escuché recién en realidad no fue algo que dije en la clase de filosofía en el profesorado, el viernes. Mejor me callo la boca porque voy a quedar como boludo o peor, como un drogado. En una de esas con falopa estas clases se hacen más llevaderas. Qué embole de materia y de carrera. Abril (pero qué linda espalda, qué simetría).
Martes. Estoy en La Plata y mi cerebro se acerca al colapso. Qué extraño es este instituto. ¿Seré yo? Acá hay algo raro. Este lugar es como una dimensión paralela con sus propias leyes incoherentes y absurdas, una parodia barata de un cuento de Phillip Dick: la realidad es ilusoria o al menos confusa. Me pregunto si tantas semanas de insomnio no arruinaron, al fin, mi cabeza. Tal vez todo lo que está sucediendo es completamente normal y yo me estoy volviendo loco, y cuando me cuestiono qué tan bien adaptado socialmente estoy a mi entorno, llega Rocca, uno de los personajes más interesantes que conocí en mi vida, tan sublime como inverosímil. Con veinte minutos de escucharla confirmo que la posta está entre las siguientes hipótesis: a) estoy cursando bibliotecología en un instituto administrado por una secta, y toda esta cursada delirante es una prueba de fe; b) la gente que estudia o estudió bibliotecología tiene la cabeza quemada. Me inclino por la segunda. Observo al alumnado: aplastante mayoría de docentes que quieren escapar del aula y acomodarse en una biblioteca para no dar más clases y no tener nunca más reuniones de padres, porque tienen la cabeza quemada, tan quemada que ya pasa a ser gente desequilibrada y no es sano pasar tantas horas con gente así. Rocca da Descripción Documental. Su clase consiste en exponer códigos y siglas incomprensibles, videos en youtube de cuadros hechos en Power Point que para qué te los voy a explicar si es mejor que los lea en voz alta, interpelación a unas "voces" que supongo sólo ella escucha y denuncias a unos sujetos indefinidos y tácitos que aparentemente quieren joderle la vida.
Esta señora no está bien.
No, claro que no. Oscila entre una pasión incomprensible por las clasificaciones y la paranoia. Y cuando la cosa se pone informal, paréntesis de un facismo incipiente aunque no tímido. Vieja psicótica y chupacirios. Imposible que siga prestando atención, esto es insano. Hace dos días que estoy acá y tengo la sensación de que pasaron meses. Ya fue, el marote no me da para más (no te despereces así que me infarto). Hasta donde puedo escuhar, Rocca expone una confusa e incoherente disertación sobre micrófonos escondidos y algo sobre Radio Provincia, un marido enfermo que sospecho es imaginario, su madre muerta que también era bibliotecaria, las feroces internas por los cargos públicos en la provincia de Buenos Aires, el desafío de formar discípulos -sí, discípulos- que no sean estafados por los políticos de turno, el drama del matrimonio entre mujeres y alguien dice cosas que inventaron los zurdos, el peligro de que te afanen datos personales a través de internet sí chicas hay gente que no tiene otra cosa que hacer que robar contraseñas, otra vez mamá muerta, la colección de libros que perdió durante la última inundación que hubo en la ciudad y algo acerca de Gimnasia y Esgrima de La Plata. Lo más extraño de todo es que salvo cinco personas, el resto del curso no parece haber notado todavía que la vieja está del culo y hasta pretenden participar de la clase. El punto alto de Descripción Documental:
¡Vos tenés que prestar atención, no me gusta que me completen las frases, porque después te la pasás criticando todo el día, como hiciste ayer y como hiciste hoy!— Así reaccionó a la pregunta que una pobre incauta le hizo y todos nos despertamos. El paso lógico siguiente era mirar a la alumna con rabia mientras leía en voz alta, casi a los gritos, un listado interminable de apellidos holandeses. Increíble. Al menos un ñato de la fila de adelante reaccionó mirando a los costados, buscando cómplices: bien, flaco, te cayó la ficha: sí, la vieja está re loca. 
 
Abril. No entiendo nada y da lo mismo si es miércoles o viernes, demasiadas horas acá adentro y pocas horas de sueño, y se mezcla todo: aquel miércoles de abril cuando me escapé de Quilmes, el laburo que estoy dejando de un día para el otro a pesar de la promesa de no tomar más riesgos, esta espalda y este pelo, el año que llevo de soltero, el todavía extraño a mis gatos, aquel fantasma; y estoy encerrado con un montón de gente desequilibrada. Tal vez el aniversario de mi escape de Quilmes me refriega la palabra abril con insistencia. Exactamente un año, qué ajetreo. Quién te ha visto y quién te ve.

1 comentario:

  1. Hola! Quiero invitarte a pasar por mi blog.
    Besos!
    www.rabiosoatril.blogspot.com.ar

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