Pensaba que hace algunos días, unas compañeras del Joaquín, se cruzaron al Jefe de Gobierno porteño y le preguntaron por la Unicaba. Antes de escaparse en un auto, les dijo que fueran a la Legislatura por este tema.
Bien, vamos a la Legislatura. ¿Y cómo nos reciben? Con vallados y yutas. Algunos nos podemos "colar" (porque no estamos invitados a pasar). Muchos compañeros se quedan afuera de ese edificio que de democrático tiene más bien, poco.
Adentro, la violencia de ese agujero rancio y podrido. Patotas, chicaneros, legisladores de Vamos Juntos que ni siquiera se gastan en hacer de cuenta que escuchan: dibujan circulitos en sus papeles, se toman un café, miran la hora, bostezan. Se les nota en la jeta que esto es, para ellos, una especie de trámite aburrido. Los rodean un grupo de gente que, supongo, labura en algún ministerio o secretaría. Mirando sus celulares, boludeando en facebook, ni siquiera son aplaudidores, porque los promotores de la desintegración de los 29 no tiran ni un argumento. Están ahí para ocupar las sillas de los que no pudieron entrar.
Pero la presión la hacemos sentir. Ferraro está que necesita algún ansiolítico. Cada tanto se molesta, pide silencio, le dice a los alcahuetes que tiene atrás que por favor se callen.
Estos canallas, al momento de firmar el dictamen, sin haberlo defendido, sin simular diálogo alguno, faltándonos el respeto a toda la comunidad educativa, rajan como ratas por tirante. Probablemente lo estén firmando ahora a puertas cerradas, en la cómoda privacidad de algún despacho y lejos de los miles que hace un año le decimos NO A LA UNICABA. Porque así nos gobiernan estos cretinos.
Pero los vamos a frenar. Desde abajo y desde las calles. Nunca desde estas instituciones que tienen tanto, tantísimo, olor a mierda.
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