viernes, 29 de diciembre de 2017

Postales del sur # 2 - Favalli y yo


Había un tipo que se tomaba el bondi en el Correo Central, el 159 para Wilde, L Azul o 1 por Mitre. El "blanquito", para los que vivimos al sudeste. Yo estaba todos los días tipo seis y cuarto esperando en la fila (larguísima —no viajo sentado ni en pedo, la puta madre—) y el tipo, infaltable aparecía dos o tres minutos después. Tenía un aire a Favalli de El Eternauta, pero flaco. Para matar el tiempo, que se hacía muy largo ahí, cansado y con ganas de llegar a casa, imaginaba que si pintaba bardo tipo zombies, turbas iracundas, nevadas mortales o cascarudos iba a correr hacia él. Me figuraba que era un tipo macanudo y solidario. O tal vez era Favalli, ¿por qué no? Si cuando era pibito la tijerita china del costurero de mi abuela era un robot transformable, ¿por qué este tipo no podía ser Favalli?
Sí, si hay quilombo este tipo va a saber qué hacer. Es el que tiene pasta de líder. Habrá al principio algunos muertos, corridas, tiros y un par de viejas que se desmayan, pero Favalli al toque va a poner las cosas en orden: "vos hacé esto; vos, aquéllo" y a la mierda con los cascarudos. Sí, tengo que estar al lado de este tipo si quiero sobrevivir. Vamos a ser un grupo de élite y a la mierda los zombies. Y vamos a subirnos al semi rápido a Bernal, aprovechando la confusión del momento; fajamos al colectivero que seguro se va a querer resistir, le sacamos el bondi y rajamos para la Rosada. Porque Favalli tiene que ver al presidente. Y si no lo quiere recibir, a la mierda. Con el bondi nos vamos a la terminal de Buquebús y nos choreamos un barco. Esperá que llamo a mi vieja, porque nos vamos al Uruguay.
Eso podía ser el lunes, digamos.
El martes, seis y dieciocho puntual, otra vez ese marco de anteojos. Sí, es Favalli. Si hay un golpe de estado mientras esperamos que estos degenerados saquen uno de esos tantos colectivos que tienen ahí al pedo, le tengo que decir que venga conmigo. Yo lo conozco a Zamora. Él va a saber qué hacer. Confía en mí Fava, a vos y a Zamora no los para nadie.
Dos semanas después desactivábamos una bomba (en realidad la desactivaba él, si mal no recuerdo Favalli era aficionado a la mecánica -¿o era profesor?-).
Una vez le pegaron un tiro. Había que llevarlo al hospital, porque Fava es astrónomo, y descubrió unos planes de invasión extraterrestre. Sí, el hijo de puta que lo baleó era un alien camuflado. Por suerte lo salvé. No sé si les ganamos a los extraterrestres o no porque ese día me bajé en Sarandí, media hora menos de viaje. Y las aventuras duraban lo que duraba el viaje, siempre y cuando no tuviera la suerte de ligar un asiento, porque en ese caso leía y no necesitaba contrarrestar el embole de viajar parado hora y media entre bocinas, frenazos y calor.
Aunque era más flaco y sin bigotes el tipo era Favalli. Fue divertido hasta que el brevísimo intercambio diario -casi diría que rutinario- de miradas me hizo notar que el tipo me reconocía. No sé qué reconocía, qué personaje habrá elaborado sobre mí, pero era claro que sabía que viajábamos juntos todos los días. Yo dejé de prestarle atención, no fuera cosa que mis miradas le hicieran pensar que me lo quería levantar.

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